jueves, 26 de noviembre de 2009

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m. acción y efecto de enlazar o enlazarse. 2 Unión entre personas o cosas.

Me sorprendo todas las noches al verme irremediablemente atado a la trama de un seriado al que podría calificar como politíticamente incorrecto. No es una acepción esnobista de un televidente que quiere ponerle un poco de raciocinio a lo que todos los días capta mi atención y por supuesto la de miles de colombianos, entre lo cuales, habrán miles de niños que aún no han logrado construir el tamiz suficiente en su cerebro para decantar y escoger lo que le sirve y lo que no.
Me sorprendo todas las noches al verme emotivamente involucrado con un asesino de sangre fría, que quiere salir de la cárcel, que busca seguir traficando con drogas y con todo lo que ello conlleva; soy un irracional y momentáneo fanático del Capo. Me da rabia que el Coronel, un hombre comprometido con su país y que visceralmente convencido de que la lacra del narcotráfico debe ser erradica de este doliente territorio, procure exterminar con todos los planes de fuga, con todas las posibilidades de libertad de un narcotraficante enemigo de la patria, asesino, infiel, mal padre y apología de los valores invertidos, pero que con el lazo invisible de lo que los productores de televisión saben hacer, me ha atrapado y me ha convertido en un emotivo televidente que quiere que el Capo se salga con la suya, que la Perris mate a todos los que, al fin y al cabo, son como ella; que Nancho haga lo que tenga que hacer, pero que no deje que las autoridades cumplan con su deber y procuren hacer de este país uno mejor... El Presidente me cae mal, no le creo, no quiero que cante victoria, a pesar de que siempre ha intentado hacerlo todo a través de la ley y a pesar de que lo que hay detrás de ese hombre es una intención por formar país.
El prisma con el que el guionista y los productores de esta serie han llevado la historia, me ha atrapado. El lazo invisible de sus intenciones comerciales (no me vengan otra vez con el cuento de que "hay que mostrar una realidad"...) me ha convertido en un momentáneo partidario de los hombres malos, y digo momentáneo porque esto ocurre únicamente durante los 30 minutos en los que pongo el cerebro en la mesa de noche y me dejo hipnotizar por la serie. No dudo que ganará premios, nestoy convencido de que será un producto de exportación, del que los colombianos, bueno, la mayoría, se sentirán orgullosos.
Yo no. Tengo el cerebro puesto, pues procuro volver a instalármelo todos los días y sus noches, precisamente para no dejarme hipnotizar perennemente, para no dejar pasar impúnemente esas cosas sobre las que casi nunca los seres humanos hacemos reflexión. Ponerme el cerebro para escribir estas cosas es una manera de soltar esos lazos que se van anudando a nuestra voluntad y a nuestro propio criterio y que nos ahogan invisible pero implacablemente.
Procuro des-enlazarme.

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