martes, 17 de noviembre de 2009

Abandonar (Palabra 1)

(tr. Desamparar a una persona o una cosa. 2 Dejar un lugar o alguna ocupación emprendida. 3 tr. y prnl. Apoyar, reclinar con dejadez. 4 prnl. Confiarse a alguien. 5 Dejarse dominar por una pasión o un vicio. 6 Descuidar los propios intereses o el aseo. 7 Rendirse ante las adversidades o contratiempos.)

Ayer tuve oportunidad de ver una buena película en la que una guía turística llevaba un grupo de extranjero a conocer los lugares más importantes de la Grecia Antigua. Ella, una mujer hermosa y muy inteligente, se ve un poco abocada a trabajar como repetidora de fechas y hechos que para nada seducen a su disímil grupo de extranjeros turistas, ávidos de diversión, renuentes a la historia y al misticismo. Van en un bus viejo, desvencijado, conducido por un hombre sencillo y hermoso que provocó más de un suspiro de mi esposa, y quien, en el mejor puesto del bus, puede descubrir en los hermosos paisajes de Grecia, motivos constantes para levantarse con alegría, para vivir feliz, sin mayores pretensiones de tesoros en otros campos de la vida.

Y hace más o menos dos años llegó a mis manos un fantástico libro llamado El elogio de la lentitud, libro que sin afanes (sería muy contradictorio hacerlo de otra manera), mastiqué y saboreé procurando nutrirme de su deliciosa almendra: vivir feliz, sin afanes, ¡abandonarse un poco! Y todo esto tiene que ver con mi terrible afán por tenerlo todo bajo control, por no dejar nada al azar, por cumplir siempre, por hacerlo todo perfecto, por no permitirme fallar, por ser el mejor, por hacerlo todo, excepto abandonarme.
Tomo entonces la cuarta acepción de la palabra: confiarse a alguien. ¿Cuánto me confío a alguien distinto a mí mismo? ¿Cuánto me confío a la vida misma? Se supone que ella sabe lo que hace, ¿no? A lo mejor la corriente de la vida siempre tenga buenos planes, incluso los amargos llenos de aprendizaje, esos momentos a los que temo con todo mi cuerpo, por los que prefiero caminar tomado del pasamanos.
En la película hablaban de bailar en los peores momentos y ¿saben? hace mucho tiempo que no bailo... tal vez, necesite un poco más pistas de baile, construidas o improvisadas en mi vida, y bailar, bailar, bailar, abandonarme... ¡bailar!

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